Perdemos milenios en decenios, no podemos perder la cultura popular ni su arquitectura tradicional. ¡Ojalá consigamos hacer realidad esta utopía! #SalvemosLosPalomares

Palomares (III): demasiados enemigos #SalvemosLosPalomares

Las actuales razas de palomas domésticas descienden de la paloma salvaje (Columba livia), considerada como el origen de casi todas las razas domésticas que ha ido creándose a lo largo de muchos siglos de cría y selección, en tipos tan distintos en colores, talla y aspecto general, superando en más de 150 las razas conocidas y estandarizadas.

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Paloma doméstica. Imagen: Miguel Ángel Madrid Gómez


La ‘plantilla’ de palomas utilizadas para la producción de carne en Tierra de Campos, se mueve en una mezcla entre la bravía, también llamada paloma de roca, y la zurita, más característica de la zona. Las diferencias entre ambas son muy sutiles, con una envergadura de ala en ejemplares adultos que ronda entre los 60 y los 70 centímetros y un peso aproximado de 300 gramos. El color de la bravía es gris azulado con dos anchas bandas negras sobre las rémiges secundarias y otra raya negra al final de la cola, además de reflejos verdes y rojizos brillantes a ambos lados del cuello; mientras que la zurita tiene un color gris oscuro, con ausencia total de blanco, y rayas de ala muy cortas e interrumpidas.

Los enemigos
El enemigo principal de las construcciones, de los palomares, es el simple paso del tiempo, la lluvia y el viento que erosionan el barro si no se le aplica una capa de barro (encapachar) o se repasa las goteras y la recolocación de las tejas de la cubierta (retejar). El propio declive de los pueblos, la despoblación del mundo rural, el éxodo de sus gentes, ha provocado que los palomares vayan yéndose al suelo paulatinamente. Si hubiera que decirlo a modo de parábola del Evangelio: ‘Tierra son y en tierra se convertirán’.

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Las actuales razas de palomas domésticas descienden de la salvaje 
(Columba livia)



Los cultivos extensivos también han hecho mucho daño a las palomas y a sus ‘viviendas’, con reconcentraciones parcelarias que han dejado las construcciones aisladas a su suerte. Las mismas cosechadoras barren literalmente las espigas sin dejar poco o nada de restos de cereal para picotear. Por quedar no quedan ni muelos (montones) de grano en las eras del pueblo, dado que ya no se trilla ni se realizan las labores de recogida de antaño. Lo normal es que del remolque o el camión, que esperan a que las tolvas de las cosechadoras se llenen, vaya el grano directamente a los almacenes, dejando a las aves huérfanas del alimento esencial.

Otro enemigo claro de la paloma es el cazador desalmado, escopetero más bien. No el cazador que dispara al ave en campo abierto cuando trata de alimentarse en las fincas de labor, sino el que, frustrado por no llevarse otra pieza a la percha o al morral, se apuesta junto al palomar de turno para disparar al bando a la salida o a la entrada de la edificación, una práctica censurable y totalmente prohibida que puede acarrear duras sanciones por contravenir la Ley de Caza de Castilla y León.
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2018, el Año de la Lechuza



Pero la mayor amenaza de las palomas está en el propio campo que frecuentan como animales libres que son, aunque al final sea una semi-libertad controlada. “Todos los herbicidas, pesticidas y demás idas y abonos que se echan nos lo devuelve el campo de una u otra forma, a través del agua o en este caso de los animales que se alimentan. Hay muchas palomas que mueren de toda la mierda que se echa”, explica Irma. Por eso es muy importante de forma periódica limpiar de excrementos (palomina) nuestro palomar y desinfectarlo convenientemente.

Hablando de los enemigos de las propias palomas, comenzaríamos con las enfermedades comunes para las aves y gallináceas, como es la temida cocidiosis intestinal. Otra afección común en las palomas es el virus MPV-1, también conocido como Newcastle, que requiere de vacunación obligada para evitar el contagio. Para tratar algunas de estas enfermedades se opta por cerrar las salidas del palomar, generalmente de noche, para aplicarles el tratamiento en el agua durante uno o varios días, acompañando de comida, para lo que se aprovecha el momento de la dormidera.

Y también tienen enemigos naturales nuestras palomas, predadores alados como el halcón peregrino, que los hay en la comarca (lo revisaremos en un futuro reportaje). Precisamente se solían construir los palomares no muy cerca de arboledas para evitar que estos predadores estuvieran al acecho y dieran captura a las palomas al entrar o al salir de sus moradas. De todos modos, las palomas que suelen capturar los halcones suelen ser los ejemplares más débiles, por lo que interviene en este caso la selección natural totalmente asumible por la especie.

Otros predadores naturales son los temidos mustélidos como la garduña, la comadreja o el armiño, eso sin contar con esos gatos asilvestrados o domésticos que se han aficionado a cazar fácil con sólo trepar hasta una tronera. “Si entra un bicho de estos, las palomas acaban por largarse; tienes que limpiar bien y encalar, porque si huelen algo no te vuelve a entrar ni una”, apunta Basarte.

Igual de temida entre los colombófilos es la rata común que, una vez encuentra el nido, no duda en matar y alimentarse de los tiernos pichones, con un agravante: la rata es capaz de matar decenas de ejemplares jóvenes de paloma para ingerir una cantidad ridícula de carne, al estilo del comportamiento del lobo con respecto al rebaño de ovejas.

Como los palomares están ubicados en campo abierto es también muy común la visita de pequeños roedores del tipo topillo de campo, más cuando se producen esas explosiones periódicas tipo plaga. Ahí es cuando entra en escena una especie amiga-colaboradora de las palomas: la lechuza (Tyto alba). La gente piensa que las lechuzas comen pichones, pero nada más lejos de la realidad. La recién nombrada en este 2018 por la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife) como Ave del Año se alimenta en un 90% de roedores, controlando precisamente las plagas que arrasan el campo en determinadas temporadas. También conviene apuntar que las lechuzas no atacan a las ratas, de no ser que se trate de ejemplares jóvenes.

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El silo de Cea, 'nido' de palomas. Imagen: Yolanda Rodríguez


Las propias palomas suponen también un problema en sí mismas. Esa carencia de alimento en el campo abierto, de grano, tal y como se ha apuntado anteriormente, provoca que los bandos de palomas se concentren en naves agrícolas, en granjas, establos o apriscos de ganado que se alimentan a base de cereal o de pienso, precisamente en busca del alimento ‘fácil’. El hambre agudiza el ingenio, dice el refrán. Pero, claro, esto justifica la ira de los ganaderos que tienen que recurrir a la colocación de trampas o a contratar empresas especializadas que hacen lo posible para ‘deshacerse’ de las molestas aves que diezman el alimento del ganado estabulado en un porcentaje nada desdeñable.

Publicado en el periódico digital Sahagún Digital